domingo, 7 de diciembre de 2008

Amanecer

Los violines guiaban mis pasos en medio del amanecer. El viento un poco helado de la noche se mezclaba con la brisa fresca de la mañana. Atravesé calles, plazas, fuentes, pasé por frente de muchas casas donde las personas aún dormían y yo me sentía tan feliz! Yo estoy aquí, caminando, llenándome de vida y energía y los violines cada vez sonaban más fuertes y los coros magníficos fundiéndose con ese frío de la mañana que azotaba mis piernas, mi cara, mis brazos y la cima del mundo estaba ahí, y yo estaba en la cima del mundo y veía las cosas tan claras.

El sol salió, pero no se veía, solamente había luz, las nubes lo tapaban todo y no se puso más cálido, y eso lo hizo aún mejor. Hoy recordé mis amaneceres en Londres, y la sensación al caminar fue la misma, la vida de lleno, la felicidad de golpe en mis mejillas y la música fuerte llevando mi alma hasta el cielo.

Cambian las ciudades, los climas, el pavimento bajo mis pies, pero no cambia nada más. Yo sigo caminando y hay veces que estoy en la cima del mundo.

Cote Santana

1 comentario:

Daniel Blanco dijo...

Aquí en Pehuén, mientras hablas con la Anita, leo algunas cosas en tu blog...

Saludos de un cómplice ciclista