Entonces lo que está pasando por estos tiempos es la reubicación de cada cosa en su lugar.
Si la palabra cajón desapareciera de mi alfabeto, los lápices, los papeles importantes y chucherías varias andarían dando vuelta por la casa sin un lugar fijo… ampliando la palabra me da terror pensar que luego las cajoneras, armarios y hasta los closets (que se adaptan a esta definición) perderían su función. Talvez se empezarían a volver blandos, saldrían caminando cuan anchos son por la puerta de mi living y dejarían tiradas las toallas, los chalecos, los abrigos, la vajilla y los cubiertos.
Si tan solo faltara una letra no mas, como la j, igualmente ya no tengo cajones y hasta mi nombre empezaría a temblar.
Baudrillard habla del después de la orgía. Del después de la muerte del rey; período casi cuarentenario para ser el otro, para hacer lo que no se haría estando bajo las reglas habituales. Cuarenta días para matar, violar, pervertirse y ser del carnaval, donde el pobre se disfraza de rico, el cura se saca los hábitos y todos son lo que desean ser o mas bien lo que no son.
La liberación lo confunde todo. Se habla del virus que siempre va mutando y creciendo o de la complejidad infinita de un fractal.
Nada es lo que es porque ya todo perdió su función. La globalidad llegó a los objetos. Eso es lo que ha pasado todo el SXX; la reutilización de un objeto para que su significado o utilidad se convierta en otra cosa para resignificar a lo mismo.
Muchos le echan la culpa a la fotografía, que el arte se tuvo que inventar una excusa para poder seguir, que se tuvieron que empezar a ilustrar las teorías de los artistas y que el impresionismo es la ilustración a un fenómeno lumínico. Eso pudo ser el punto de inflexión donde se nos perdió la j.
La Internet , los satélites y los teléfonos celulares claro que apuran el proceso. Cada vez los cajones son más blandos y resisten menos.
Por otro lado, está Juan Downey filmando y mostrando al mundo a los yanomames, que nos parece tan irreal o talvez tan real y natural que ya el asombro no es mucha cosa. Ya todo puede ser todo, la época de la promiscuidad objetual y conceptual (como en la década de los ochenta, cuando los canales de televisión se cruzaban y los picapiedras se juntaban con los supersónicos).
Y el Arte, como todo lo demás, se salió de sus límites. Ahora el Arte es político, es un atentado, es social es involucrar carabineros y salir en el cuerpo C del Mercurio y es ayudarse de unos dientes para lograr su objetivo.
Cote Santana
* * *
Ahora, a mis queridos todos, si alguién recuerda a quién le presté este libro, ¿sería tan amable de devolvérmelo?
No suelo pedir libros de vuelta, pero este, de veras deveritas que lo necesito, ya van como 6 años sin leerlo! Por otro lado, si alguién me lo quiere regalar, BIENVENIDO SEA! Se llama "El Orden Alfabético" y es de la editorial Alfaguarra, 1998 (pero no lo he encontrado en librerías...)
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